Antonio Ceja
El canciller mexicano Marcelo Ebrard salió esta semana a Estados Unidos –por órdenes del presidente, claro- para “defender a México” -según un tweet publicado por el funcionario- de los dizque ataques de los congresistas norteamericanos en el sentido de que en nuestro país puede ser invadido alegando investigar y contrarrestar las actividades de los nueve cárteles que aterrorizan a la sociedad mexicana y cuyos integrantes, son amigos del presidente López Obrador.
La gota que derramó el vaso de la paciencia de los gringos fue el secuestro y asesinato de dos de cuatro norteamericanos en suelo mexicano dejando como saldo dos muertos, un lesionado y un sobreviviente. Esa “metida de pata” de los criminales del cártel del Golfo los obligó a entregar a los presuntos perpetradores con todo y nota aclaratoria no por ética profesional sino por temor a que el gobierno norteamericano empezara una persecución similar a la que la DEA hiciera en los ochentas luego de que el agente especial Enrique Camarena fuera secuestrado, torturado y finalmente asesinado por sus investigaciones contra el cártel de Sinaloa que en aquel entonces encabezaba Rafael Caro Quintero y su socio Ernesto Fonseca.
Bajo esa perspectiva, el gobierno mexicano que encabeza el iletrado López Obrador optó, primero, en negar cualquier relación con los criminales y, segundo, el macuspano inició una guerra inútil contra los congresistas norteamericanos acusándolos de todo y enviando, finalmente, a su dócil e inútil canciller a dar la cara ante la insistencia de declarar como terroristas a los cárteles mexicanos.
La realidad, es que “El Carnal” Marcelo fue a hacer un ridículo más porque la consigna presidencial es la de defender la soberanía nacional en aras de una posible invasión norteamericana a nuestro país, algo que el ignorante presidente solo ve en su retorcida y arcaica mente cuando en realidad, la propuesta norteamericana es la de coordinar esfuerzos para desintegrar a los cárteles mexicanos. Lo anterior, desde luego, no le conviene a López Obrador porque su gobierno basa su fuerza electorera en recursos del narco toda vez que el país se encuentra en una quiebra técnica derivado de la entrega de recursos a través de los programas sociales y que hoy atraviesa por una crisis económica que solo el dinero del narco puede sacar adelante.
Ebrard tendrá que explicar con peras y manzanas a los congresistas norteamericanos cual es la intención de rechazar la ayuda de inteligencia gringa para combatir a los cárteles mexicanos. La DEA y el departamento de Estado, claro está, no se creen las babosadas ni de Ebrard y mucho menos de López Obrador y por ello, ya están trabajando, desde hace meses, en una investigación que embarra no solo al presiente mexicano sino a los 21 gobernadores morenistas que operan en el país ante la presunción de la injerencia en los procesos electorales de los cárteles tanto como en el financiamiento de las campañas de Morena como en los asesinatos de 31 candidatos y pre candidatos de la oposición en hechos donde no hubo ningún detenido y ninguna carpeta de investigación.
La trayectoria política de López Obrador está llena de incógnitas; hasta hoy el actual presidente no ha aclarado de qué vivió por 12 años. Tres campañas electorales más gastos regulares de cualquier ciudadano con familia lo ponen en la mira de lo ilegal y lo único que se sabe con certeza, es que parte de su vida social y política ha sido financiada por “aportaciones” de sus amigos y los desfalcos multimillonarios en SEGALMEX y los tres proyectos insignias de su gobierno entre otras fuentes que le permiten ser considerado “El Rey del Cash”.
A cambio de su indiferencia, Obrador acepta y apapacha a los cárteles mexicanos y los defiende a capa y espada porque su fortaleza económica, hoy por hoy, depende de su relación y la no injerencia de otros países para combatir precisamente esas fuentes de financiamiento para la llamada cuarta transformación.
Hoy, “El Carnal Marcelo” está en EEUU defendiendo la soberanía nacional ante una posible invasión militar de EEUU y, lo cierto, es que los congresistas solo lamentarán la idiotez del régimen obradorista para enviar a su canciller a tratar un tema muy diferente como si los EEUU hubieran declarado la guerra o invadido la franja fronteriza nacional cuando la realidad es que fue a pedirles a los gringos, seguramente, que les den chance a los cárteles mexicanos de operar porque ellos están integrados por seres humanos y que basta con acusarlos con sus padres.