Entre otros factores característicos de la región, el representante de la OIT apunta la alta informalidad, los reducidos espacios fiscales, la persistente desigualdad, la baja productividad y la escasa cobertura de protección social, todo ello sumado a problemas como el trabajo infantil y forzoso.
Los impactos en el trabajo más graves en el segundo trimestre de 2020, cuando los indicadores de ocupación y participación se desplomaron, y luego se recuperaron parcialmente.
Aun así, al concluir 2020 la tasa de ocupación promedio de la región se había reducido de 57.4% a 51.7%, una caída que equivale a la pérdida de alrededor de 26 millones de empleos, de los cuales un 80%, más de 20 millones de personas, salieron de la fuerza laboral latinoamericana.
La caída de la fuerza laboral contrasta con la contracción del desempleo, que ascendió desde el 8.3% hasta el 10.6% en 2020. Según la OIT, la desocupación solo muestra de forma parcial la magnitud de las dificultades que atraviesan los mercados laborales de la región.
La autora del nuevo informe, Roza Maurizio, comenta la posibilidad de un aumento importante de la tasa de desocupación una vez que vuelvan a la fuerza laboral los millones de personas que habían dejado de participar en ella.
Otra consecuencia de la pandemia en Latinoamérica es la reducción de horas trabajadas, que ha sido la mayor a nivel mundial. La institución señala que esta crisis tanto en el empleo formal como informal experimentaron contracciones muy pronunciadas, pero fue más intenso en el segundo, lo que generó una reducción (temporal) de la tasa de informalidad, una situación que ya ha comenzado a cambiar.
En este escenario, Maurizio advierte de que existe un alto riesgo de informalización que se suma a los ya elevados niveles de informalidad laboral que tenían los países antes de la pandemia.
Según los datos disponibles de siete países, la recuperación del empleo en la segunda mitad de 2020 ha llevado a cabo casi por completo por el crecimiento del empleo informal. Estos trabajos estarían dando cuenta de más del 60% del aumento total del empleo.
La integrante de la OIT ha indicado que este déficit del trabajo formal se hará más evidente en ciertos grupos poblacionales como los jóvenes y las mujeres, los cuales “exhiben mayores dificultades para insertarse en un puesto formal”.