La brecha laboral llegó con la pandemia a un pico de 53% de la fuerza de trabajo en los meses de confinamiento masivo; actualmente está en 31%, aún por arriba de lo registrado en la crisis de 2009.
Los datos de la ENOE revelan que en el arranque de este año al menos 19.6 millones de personas necesitan conseguir un empleo, ya sea porque no tienen trabajo en este momento o porque el que tienen es de una jornada reducida. A esta medición se le conoce como brecha laboral y abarca a las personas desocupadas, a las subocupadas y a las inactivas pero disponibles para trabajar.
El Inegi comenzó a incluir este indicador en los reportes de ocupación a partir del segundo semestre de 2020, lo denomina “Tasa de subutilización de la fuerza de trabajo”.
¿Por qué analizar la brecha laboral?
Una tasa de desocupación que pasó de un nivel de 3.8 a 4.7% en un año podría interpretarse como un incremento leve. Pero oculta otros indicadores que reflejan la situación real para el mercado laboral, explica Iván Arias, director de Estudios Económicos de Citibanamex.
“El ver un indicador en particular en estas circunstancias tan especiales que han generado tantos cambios abruptos no permitiría hacer una evaluación correcta de cómo está el mercado laboral”, subraya el especialista.
A pesar de la recuperación del mercado de trabajo, especialmente de la tasa de ocupación, indicadores como la inactividad laboral (12.1%) o la subocupación (14.9%) se mantienen todavía casi al doble de sus niveles previos a la pandemia.
Desde la perspectiva de Iván Arias, estas tasas se traducen en un mercado laboral debilitado, con personas que están viendo mermados sus ingresos y con necesidad de trabajar más tiempo.
Gabriela Siller, directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base, también considera que la brecha laboral permite ver una fotografía completa del impacto de la pandemia en el mundo del trabajo.
“Si sólo se tomara en cuenta la tasa de desempleo se pensaría que la recuperación va bien y que no debería haber problema con el consumo ni con el crecimiento de Producto Interno Bruto”, dice la especialista.
Sin embargo, la realidad que enfrenta el mercado laboral es diferente. En la recuperación del empleo, explica Gabriela Siller, una buena parte de las personas se ubicaron en subocupación, es decir con jornadas reducidas.
“Esto representa una afectación en los ingresos de las familias mexicanas, lo cual a su vez se traduce en una débil recuperación del consumo y del crecimiento del PIB”, concluye.