Antonio Ceja
Lo que debió convertirse en un evento normal como la conmemoración de la expropiación petrolera, se tornó en una profecía política de lo que se vivirá en México en el corto plazo y no son precisamente buenas noticias.
Arropado por sus fieles seguidores y decenas de miles de acarreados –pagados con recursos públicos- el presidente López Obrador habló por 75 minutos iniciando con un discurso monótono sobre la expropiación motivo del evento. Conforme se sentía más cómodo, López arrancó con las amenazas y expresó su odio ante la perspectiva de perder el poder.
“Hagan lo que hagan, no volverán al poder” advirtió el macuspano mientras los titulares de las fuerzas castrenses Luis Crescencio Sandoval (SEDENA) y Rafael Ojeda Durán (SEMAR) aplaudían. El mensaje, desde luego, es preocupante porque vislumbra que las fuerzas armadas no están sujetas a la protección del Estado y sus Derechos sino a los caprichos del inquilino de Palacio Nacional.
Es lógico entender que los titulares de las fuerzas armadas están a un paso de entrar en acción a la primera orden que de López Obrador en un panorama electoral donde los nubarrones de la derrota de la 4t se ciernen y por ello, la fuerza sería la única forma de perpetuar el movimiento que encabeza el presidente.
Debemos recordar que una de las primeras medidas que implementó López, fue la desaparición de la Policía Federal para crear la guardia nacional, una agrupación paramilitar presente en las principales dictaduras del mundo y que aseguró, sería encabezada por un mando civil, promesa que se quedó en el olvido ya que el general Luis Rodríguez Bucio es el que lleva las riendas de esa agrupación.
El plan C
Desde luego, por la vía institucional, López Obrador ha recibido varios reveses no por darle la contra sino por la incongruencia o inconstitucionalidad de sus iniciativas. Lo anterior, López lo ve como una serie de eventos que se enfocan en atacarlo e impedir la consolidación de su indescriptible 4t, donde la corrupción ha sido su carta de presentación y la ineficiencia de su gobierno mantiene al país con los más altos índices de criminalidad y con pésimas relaciones diplomáticas -salvo con Cuba y Venezuela- y que, ante el desastre autoinfligido, a López no le queda de otra que echar mano, como lo han hecho los gobiernos autoritarios, de las fuerzas castrenses acabando con la democracia, ese es el plan C de Obrador ante el desastre que ya está vislumbrando.
En el evento del pasado sábado, Obrador exigió fe ciega a su proyecto y advirtió que éste tendrá continuidad en el 2024, palabras que, de alguna forma, advierten de que, en caso de que Morena pierda la presidencia, el macuspano no dudará en activar a los siervos de la nación y a los grupos juveniles concentrados en las brigadas “Jóvenes construyendo La Paz” que, apoyados por las fuerzas castrenses, crearán caos antes y durante el proceso electoral del 2024 lo que permitiría declarar inviable dicho proceso y así, seguir en el poder en lo que se deslindan responsabilidades.
INE y la SCJN
El INE y la SCJN son los únicos bastiones que le faltan al presidente para mantenerlos bajo su control. Ambas instancias se han convertido en lo más incómodo para el macuspano y su odio es evidente, al grado de que, en el mitin del sábado 18 de marzo, los morenistas quemaron una efigie de la presidenta de la SCJN Norma Piña en un claro acto de salvajismo e intolerancia de los fanáticos del presidente. Además, el titular de la UIF Pablo Gómez, ya advirtió que perseguirá al todavía presidente consejero del INE Lorenzo Córdoba por el simple hecho de que su liquidación como funcionario es, a ojos del Gómez, es ilegal y punible.
El 18 de marzo fue una amenaza presidencial a las garantías individuales y a la democracia de aplastarlas si el juego de López y su equipo no logra sus objetivos.
Hay que estar preparados para la contrarrestar estas amenazas.