Antonio Ceja
Reza el dicho que “los zapatos, ni a fuerzas”. Pero a fuerza de que entren, hacemos el pie más pequeño con tal de que nos entren pese al dolor que ello nos causaría. Aunque en un ejemplo doloroso, en el quehacer nacional, el presidente López quiere ponerse todos los zapatos habidos y por haber siempre y cuando sean a su gusto, pero no a su medida.
Vayamos por partes.
AMLO cambió su discurso de toma de protesta en el 2018 y se vendió como un nuevo presidente donde los problemas de la nación serían combatidos desde el primer día con la salvedad de que nunca dijo cuáles serían los métodos que aplicaría para alcanzar un país mejor.
Más adelante, AMLO saca el demonio interno, trasnochado y atípico que solo los dictadores y emprende acciones totalmente contrarias a los que prometió para atacar los problemas que, desde su perspectiva, afectan al país.
Esa ambigüedad y sumado a la ignorancia patente para gobernar y a su soberbia, AMLO, finalmente, está aplicando lo que sabe y lo que sabe es usar la fuerza sobre la razón.
Bajo ese principio, gobernar resulta, en un país democrático, el fracaso de políticas unilaterales será el pan de todos los días y la insistencia de hacerlo simplemente paraliza la actividad socio económica de la nación.
AMLO no escucha ni entiende a nadie que no sea su propia conciencia; parece que, en las noches, pluma y papel sobre las rodillas, traza el porvenir del país implementando estrategias que algún aluche le dicta entre sueños y lo comparte cada mañana pensando que ello, es lo mejor para todos.
La toma por parte de la marina de un tramo férreo propiedad de Grupo México es otro ejemplo claro de que la mente del dictador tabasqueño armó en uno de sus sueños. Ajeno a la negociación a menos de que sea siempre a su favor, AMLO recurre a la fuerza bruta de la milicia maiceada hasta el tuétano, para que el capricho presidencial se cumpla enarbolando el populismo ramplón obradorista que siempre es bien recibido por la clase más ignorante del país donde López basa sus expectativas políticas para quedar como el ficticio luchador que sabe enfrentar a la clase que oprime a los pobres del país y donde los aplausos de esa clase, alimentan el ego del dictador interno.
A la (no) expropiación a Grupo México le precede el robo de decenas de hectáreas de tierra de ejidatarios de la zona sureste del país por donde pasará el tren maya; la amenaza de quitarle concesiones al grupo gasolinero Valero por “vender gasolina muy cara” o la estrategia fallida y costosa de crear empresas como el Banco del Bienestar, las universidades Benito Juárez o la locura de hacerse del monopolio del gas creando Gas Bienestar solo por citar algunos ejemplos de control de empresas bajo la tutela del Estado.
Se le acaba el tiempo.
Si bien es verdad que AMLO será recordado por siempre como un presidente transformador, lo cierto es que la manera de transformar rebasa toda lógica democrática sumiendo su plan de gobierno en un ineficiente sistema que, hasta ahora, solo ha arrojado números rojos.
Lo que hizo con Grupo México sumado a los sistemáticos ataques a la SCJN, al INE y al INAI solo muestran parte del plan maestro de AMLO el cual busca la transformación con base a la destrucción total, sin consenso y, lo que es peor, usando la fuerza bruta para lograr sus objetivos.
A casi cinco años de asumir el poder, AMLO ha visto como su proyecto de nación se derrumba; no la logrado ningún aspecto positivo en beneficio del país y, lo peor, es que los ha acentuado al grado de que se han perdido miles de vidas, como el pésimo manejo de la pandemia de Covid o el agravamiento de la situación de mujeres violentadas y la criminal desaparición de las escuelas de tiempo completo y ya mejor ni hablamos del control del crimen organizado en prácticamente todas las actividades del país.
El panorama no es prometedor para el país, el poder que AMLO le ha dado alas fuerzas armadas es el arma para hacer entrar “en razón” a sus opositores alegando que ellos se oponen a “su” proyecto de nación. Así, por “la buena”, AMLO acelera acciones que su aluche le dicta y que solo enaltecen el ego del tabasqueño sin importarle las consecuencias.