Antonio Ceja
Cuando pensaba que navegaba en aguas tranquilas, el presidente López Obrador ha recibido un boquete en su frágil nave llamada cuarta transformación que, acostumbrada a no encontrar obstáculos o eliminarlos a base de decretos inconstitucionales o lanzar a la UIF o al ejército para eliminar toda oposición a sus locuras, nace, de entre el ajetreado mar de la política, la figura de Xóchitl Gálvez.
Desde siempre, Gálvez se ha caracterizado, primero, por no pertenecer a ningún partido político y ha basado su trabajo en la lucha social real misma que ha tenido poca difusión mediática porque la mujer ha optado por trabajar al margen de los reflectores que la mantenía hasta hace algunas semanas, al margen del campo de guerra.
Sin duda, las TICs han impulsado la figura de Gálvez al integrarse al elenco de comunicadores del Carlos Alazraky y al lado de sus colegas del poder legislativo Margarita Zavala y Kenia López, empezó a permear en la opinión pública nacional. Xóchitl Gálvez despuntó en el ánimo social cuando los aliados de López Obrador se dedicaron a destruir a la nación, historia que usted seguramente ya conoce.
El nacimiento del Frente Amplio por México empezó a preocupar no solo a AMLO sino a sus aliados y corcholatas quienes, se han dedicado hace semanas, a descalificar el esfuerzo ciudadano por elegir a un candidato que le dé la pelea electoral a Morena en el 2024 y, como ya sabemos, a López no le gustan las cosas que estén en contra de su “proyecto de nación” porque ello equivale a declararles la guerra a todos aquellos que osen cuestionar su gestión gubernamental.
El factor X
Ignorante como es, AMLO no podrá desenredar el dilema del factor X le busque por donde le busque y basa su “estrategia” en atacar, en sus mañaneras, a la oposición. El terror es tal, que ya ha publicado, ilegalmente en ese espacio, los estados financieros de Gálvez -empresaria también- y poniendo en duda los ingresos obtenidos por sus empresas tal como lo ha hecho con Carlos Loret y otros incómodos periodistas que cuestionan, con hechos, la corrupción que impera en el gobierno de López Obrador sin que se presente una sola prueba real de la presunta ilegalidad de sus actividades como comunicadores.
El factor X le ha quitado a López el sueño y luego de la prohibición del INE en el sentido de que el macuspano debe de abstenerse de hablar de los aspirantes presidenciales durante sus inútiles mañaneras, está afilando el machete para aplicar a Xóchitl una serie de ataques vía la UIF de Pablo Gómez que, junto con la conspiración de elementos para desatar el caos el próximo año, dejar en el camino no solo a Xóchitl sino a cualquier indicio democrático que ponga en riesgo la continuidad de la destrucción del país disfrazada de acciones electoreras y populistas replicadas en todo el país donde gobierna la secta morenista.
Los ataques desde la presidencia contra Xóchitl solo han levantado su figura aquí y allende la frontera en otro error garrafal del ignorante de AMLO quien no tiene la capacidad de investigar a sus “adversarios”, tan es así, que desde que tomó el poder, no ha logrado inculpar a nadie porque, simplemente, su visión de justicia se basa en el chisme y la ilegalidad.
Sin duda, Xóchitl Gálvez será un factor X muy muy complicado para ser resuelto con pericia e inteligencia por el macuspano el cual, solo tiene, como arma, su verborrea incoherente para, según él, debilitar al enemigo.